Cómo enfrentarte a los rumores de la oficina (y usarlos a tu favor)
Los rumores, cotilleos o chismes en el entorno laboral han sido históricamente un elemento más como la grapadora, la fotocopiadora o el olor a humo en los baños. Tanto es así que nos podemos remontar al Antiguo Egipto y constatar que en un jeroglífico que data de 1550 antes de la primera venida del primer cristo, un hombre le hace saber a su empleador acerca de la propagación de rumores desagradables e incluso sugiere formas de abordarlo.
Otro ejemplo de que este lío es desde siempre es que Marco Antonio, en su tiempo, se encargó de propagar que Cesar Augusto se hizo con el trono encamándose con Julio Cesar, tal y como la periodista política Gail Collins recoge en su libro Scorpion Tongues: Gossip, Celebrity, and American Politics (Harper Perennial, 2007).
Está claro que un rumor, por su naturaleza clandestina, nunca es elogioso, o al menos positivo. 'Dicen que va a haber despidos', 'fulanito va a ser ascendido porque se tira a la jefa' o 'el nuevo fue despedido en su último trabajo por motivos turbios'. Con fundamento o sin él, un rumor que cobra alas siempre altera la dinámica de una oficina, las relaciones de sus integrantes o su actitud frente al trabajo.
Hace unos años, un estudio de la consultora de Recursos Humanos Ábaco Siglo XXI revelaba que en situaciones complicadas como expedientes de regulación de empleo (ERE) o suspensiones de pagos, la productividad de la compañía podía verse mermada en un 50% por culpa de la circulación de rumores, y que los empleados de una empresa pueden perder entre dos y tres horas de jornada laboral a causa de ello.
El ocuparnos de las vidas de los demás es una rémora genética que perdura desde la prehistoria. "Los psicólogos evolutivos creen que nuestra preocupación por las vidas de los demás es un subproducto de un cerebro prehistórico" explica Frank T. McAndrew, Profesor de Psicología del Knox College. "Según los científicos, debido a que nuestros antepasados ??prehistóricos vivían en grupos relativamente pequeños, se conocían íntimamente. Para protegerse de los enemigos y sobrevivir en su duro entorno natural, nuestros antepasados ??necesitaban cooperar con los miembros del grupo. Pero también eran conscientes de que estos mismos miembros dentro del grupo eran sus principales competidores en la procreación y el aprovechamiento de los recursos escasos. En este tipo de ambiente, un intenso interés en las relaciones privadas de otras personas sin duda habría sido útil, y muy favorecido por la selección natural. Las personas que fueron las mejores en aprovechar su inteligencia social para interpretar, predecir e influir en el comportamiento de los demás se volvieron más exitosas que las que no lo fueron".
Así que, en definitiva, cuando estamos en la oficina no dejamos de ser pequeñas comunidades de cromañones movidos por instintos sociales muy primarios y entramos en un juego de supervivencia del más apto donde los rumores juegan un papel fundamental.
Ser víctima de un rumor suele ser una losa social, y aunque ya dejamos atrás hace tiempo la adolescencia y ese sentimiento apocalíptico sobre cualquier cosa que se decía de uno, es preferible gestionar cualquier cotilleo de manera que no vaya a más y no se convierta en una carga insuperable.
Los expertos aconsejan una aproximación cautelosa al problema, pues un alto porcentaje de rumores no son fruto de la causalidad o de una malinterpretación, sino que vienen cargados de malicia y veneno. Estos son los tres pasos que los expertos recomiendan para frenarlos:
Ir al epicentro del cotilleo: Una confrontación directa con el que ha puesto en circulación el rumor no es una buena estrategia, ya que puede llevarlo a un comportamiento vengativo. Lo más probable es que el autor del chisme te vea como alguien débil y hacerle cara, y mucho más de una manera pública, puede dar lugar a una escalada de rumores cada vez más maliciosos. La técnica más efectiva es abordar al sujeto desde la no-confrontación, haciéndole saber que conoces el rumor que circula y que no estás dispuesto a permitirlo, de forma firme pero no amenazante.
Poner en marcha un contrarrumor: El mejor antídoto contra los rumores es la información veraz. Cuanto te llegue el bulo rebátelo con hechos y datos ciertos, y deja que se difunda disipando los efectos perniciosos del rumor original. Lo más inteligente es mostrar que no te afecta lo que se dice y que eres incluso capaz de reírte de ello. Admite la parte real de lo que se diga de ti sin sonrojo. La transparencia es la mejor política.
Informar al jefe si la cosa va a más: Al ir a un superior y plantearle el problema asegúrate que quede claro que lo haces como último recurso tras haber intentado solucionarlo, y que no es una cuestión personal, sino un escollo para la dinámica de la oficina. Debes elegir a quién contárselo, ya que, si tu relación no es buena con el jefe, quizás debieras pedir consejo directamente a Recursos Humanos.
Y recuerda que la mejor manera de actuar es dando ejemplo. Cuando te llegue un cotilleo de alguien muéstrate como una barrera insalvable, no dando pie a que se propague a través de ti y mostrando que te desagrada participar en ello.
Pero un rumor sobre una persona, aunque de carácter negativo, puede ser una poderosa arma para conseguir objetivos que no son alcanzables de una forma directa. Su aplicación práctica en el ámbito laboral pasa por usarlos como globos-sonda de ideas o intenciones y ver cómo son recibidas; para conocer a tus compañeros en base a cómo reaccionan ante los rumores ajenos; crearte una imagen que te ayude a lidiar con los sujetos más conflictivos de la oficina; o simplemente crear expectativas sobre tu persona.
Pero para no caer en el lado oscuro de este recurso, asegúrate de usarlo siempre de forma ética, como, por ejemplo, lanzando la idea de que estarías encantado en aceptar un puesto que se sabe quedará vacante próximamente, así darás visibilidad a tu interés y puedes llegar a ser considerado para ello en caso de que no hubieran pensado en ti. Pero cuidado, si tratas de usar los rumores desde un enfoque negativo y tóxico terminarán estallándote en la cara.
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Rocker Cine Star
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