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MIL MILLONES DE PERSONAS YA USAN FACEBOOK Y WHATSAPP Y LA RAZÓN ES SIMPLE: NOS ENCANTA HABLAR DE NOSOTROS MISMOS SIN IMPORTAR QUE ALGUIEN NOS ESCUCHE

Hablar es una de nuestras actividades favoritas porque activa las mismas zonas del cerebro que te producen motivación o te dan placer, tanto que hablar (de lo que sea) nos da tal subidón que perdemos de vista a la otra persona

Publicado: 2017-01-18

¿Quieres saber si ahora mismo tienes algo en común con otras mil millones de personas? Mira tu smartphone: Facebook o Whatsapp son dos servicios que alcanzan esa cifra de usuarios reales. Plataformas que, de ser países, estarían en la segunda o tercera posición de los más poblados del mundo, empatados con la India y justo después de China. 

Y si alguna vez te has preguntado la razón de ese éxito de las redes sociales o los grupos familiares, existe un buen sospechoso: nuestra pasión por hablar y comunicarnos, primero. Que puede suponer más de la mitad de nuestra jornada. Y, sobre todo, nuestra pasión de hablar de nosotros mismos. Cuando quedamos para tomar un café o unas cervezas lo hacemos principalmente para hablar de nosotros y para que los otros nos hablen de ellos.

A la hora de comunicarnos con los demás en la vida real, empleamos entre un 40% y un 60% de la conversación en contar nuestra vida. Atamos nuestras opiniones a nuestra experiencia personal y, en las redes sociales, esa exhibición del yo sube hasta el 80% de los mensajes. Hasta el punto de que nos gusta bautizar a estos años que vivimos como los de la extimidad: proyectar todo lo que somos hacia fuera.

Y sí, lo hacemos en demasía. Mark Goulston, psiquiatra especialista en crisis, conversación y formador de negociadores de rehenes, explicaba en Harvard Business Review uno de los motivos de ese exceso: hablar (de lo que sea) nos da tal subidón que perdemos de vista a la otra persona. "En la primera etapa (de una conversación) hablas de forma relevante y concisa. Pero entonces, de forma inconsciente, descubres que cuanto más hablas más aliviado te sientes. Maravilloso para ti, pero no para el que te escucha: te sientes tan bien hablando que ni siquiera te das cuenta de que la otra persona ha dejado de escucharte".

Y ahora piensa un momento en tu grupo familiar de Whatsapp, donde casi todas las "noticias" son eventos vitales propios: fotos de la familia, anécdotas o sucesos biográficos. Somos nuestro tema de conversación favorito. Y lo mejor es que ese tema es independiente de nuestro público. Porque esa afirmación de Goulston se quedaba corta: los neurocientíficos "investigadores del yo", Diana Tamir y Jason P. Mitchell, revisaron todos los estudios disponibles y elaboraron una investigación cuyo título no deja mucho lugar a dudas: Hablar de uno mismo es gratificante en sí.

Lo comprobaron con un experimento en varias etapas: en una de ellas, los participantes hablaban a ciegas, sin saber quién (o si alguien) estaba escuchando. Al examinar los resultados, descubrieron que en el cerebro del hablante se activaban las zonas y sistemas que normalmente asociamos con placer, motivación y recompensa. Los resultados eran parecidos en otro experimento paralelo: hablar con otra persona, pero no de uno mismo.

Hasta el punto de que en otra parte del experimento propusieron una recompensa económica a la hora de hablar de una serie de temas, por un lado, y de elegir hablar con un amigo o a solas, por otro. Las opciones 'hablar de uno mismo' y 'hablar con un amigo' eran las que menos dinero aportaban a los participantes. Como podrás imaginar, fueron de las más escogidas. Y con el mismo índice de actividad cerebral que en los experimentos previos, pese a que perder dinero en teoría debería rebajar el placer/motivación que extraemos de algo.

Y, finalmente, la sorpresa: sí, nos gusta una cantidad X hablar de nosotros mismos; también nos gusta una cantidad Y hablar con otra persona, pero si hablamos de nosotros mismos con otra persona, X + Y, nos gusta más o menos. El acabose. Conclusión: aunque no te haga falta nadie para hablar de ti, ni necesites hablar de ti para disfrutar hablar con alguien, la alternativa es mucho mejor: "hola, hablemos de mí, que me gusta".

Ahora traslada esa conclusión a las redes sociales, donde no hace falta que nadie te esté leyendo para que cuentes todo lo que quieras de ti mismo. O a esos grupos de Whatsapp que mencionábamos. El éxito de las redes sociales es evidente cuando te das cuenta de que Facebook no está ahí para que estés en contacto con los otros. sino para asegurarte que los otros sepan de ti.

También podemos extrapolar a eso de la búsqueda del amor y las citas: ten presente, la próxima vez que tengas una cita, que seguramente no seas consciente -y valga lo mismo para la otra persona- de lo mucho que estás hablando de ti. La conducta de escuchar, sin embargo, la tenemos muy poco desarrollada porque no produce ninguna recompensa en esas partes de tu cerebro que se iluminan al retozar con las drogas o el ceviche mixto de Perico.


Escrito por

Alejandra Pato Villena

Rocker Cine Star


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